14 de abril de 2010

¿ Adios Socialismo ?

Dentro del interesante y variado menu de novedades y presentaciones con que nos tiene acostumbrado
http://ntc-narrativa.blogspot.com/ me tope
este "bocatto-di- cardinale", coeditado y publicado por FICA, Fundación para la Investigación y la Cultura se trata de
¿
"Adios socialismo"? del economista Fred Kaim Torres. La presentación fue muy provocativa:

"Testimonio de una generacion"
En los años 60s estábamos en los veinte: en el colegio habíamos derrotado la dictadura militar (eso creíamos) y luego impusimos una nueva universidad. y una nueva moda sin corbatas, unisexo y sin sexo prohibitivo, con mini -mini faldas, con marxismo y antiimperialismo, con Revolución cubana, con Mao y el Che, con Sartre, con los Beatles , con pedradas y los primeros buses quemados, con Marcuse, con el “68 francés" y con aceptables dosis de marihuana ... Estrenamos cárceles y golpizas y lloramos a nuestros primeros compañeros "caídos en combate". Pero, sobre todo, leíamos, discutíamos.
Fabricamos sueños que se manifestaron en la búsqueda para Colombia de una sociedad abierta, respetable, líbertaria, con ejercicio del derecho a las diferencias, sin explotación, con los trabajadores conduciendo el país: una Revolución Ciudadana, evolutiva, en democracia al socialismo contra la pretensión en boga que se sintetiza en una despedida sin pasajero: "Adiós, Señor Socialismo”.
También nos embarcamos en sueños que terminaron en pesadillas: el camino armado hacia una pretendida “dictadura proletaria", con el nombre de "socialismo". Pero, en los años 90s, la “pesadilla" dio el vuelco hacia el "placer de la revolución”,: la búsqueda, el reencuentro del Ser en lucha contra el poder afincado en la cúspide de una pirámide social donde una minoría absorbe para sí, el valor producido por la inmensa mayoría. Se abre paso una nueva concepción que asocia humanismo y socialismo; bolivarismo y emancipación real, asumiendo el desafío del placer de la revolución en procesos constitucionales, pacíficos, democráticos, evolutivos que - por lo mismo - son realmente revolucionarios.
Placer de la Revolución que no transita por avenidas despejadas y aire puro: por el contrario, es un laberinto plagado de tropiezos y de senderos ciegos, si en lugar de apelar a las mayorías como medicina preventiva, pero sobre todo como método esencial de los procesos, se recurre al dogmatismo; a la fusión Partido-Estado; a un totalitarismo sin división de poderes; a la represión a disidentes; a la estatización burocrática de los Medios y de toda la economía - incluso, de la mediana y pequeña producción mercantil -, en lugar de la socialización.

Los procesos en marcha "al socialismo" en Latinoamérica, parecen confirmar - con algunas pocas excepciones - el éxito promisorio de los nuevos métodos y el divorcio con cualquier pretensión de colocar al Estado y a los partidos que los conducen, por encima del individuo y de la sociedad. Parecen confirmar que "las revoluciones ciudadanas" que se están dando avanzan, fusionando el sueño bolivariano (que no - necesaria ni exclusivamente - es chavista) de la "unidad de la América Meridional”, con el socialista-humanista de la redistribución del ingreso, la igualdad de oportunidades, el progreso socio-económico y cultural en libertad individual y asociativa. ¿Esos experimentos permitirán, exitosamente, una tercera alternativa diferente a las de someter al individuo a las dictaduras, o bien de las corporaciones y Estados capitalistas, o bien del estatismo burocrático que, en última instancia, también es capitalista?: ese es el desafío que están asumiendo los actuales procesos latinoamericanos.

Al comenzar el siglo XXI, esas revoluciones ciudadanas, son lideradas por nuevas generaciones "anti-élites". Ese liderazgo no cayó del cielo. Creo que las generaciones precedentes, las que irrumpieron a la vida política, académica, cultural en los años 60s y 70s, contribuyeron a que
hoy se de una nueva conducción que se está proyectando como ejemplo mundial. Es la impronta de los 60s-70s en los 90s y en el nuevo siglo. Por ello, quizás resulte interesante presentar una pequeña muestra, un testimonio, de la nutrición intelectual de esas generaciones, cuyos aspectos más importantes, además de constituir un puente de ideas, continúan actuales - en polémica, claro está - hacia la búsqueda de "otro mundo" posible.

...despues de escuchar a Fred, donde Estella, se me hace agua la boca por leerlo.

El principio gana-gana


Si miramos el mundo como un todo, nos damos cuenta de que casi nada funciona como es debido. La Tierra está enferma. Y como, por ser humanos, también somos Tierra —hombre viene de humus—, nos sentimos asimismo en cierta manera enfermos.

Parece evidente que no podemos proseguir en ese rumbo, pues nos llevaría a un abismo. Hemos sido tan insensatos en las últimas generaciones que hemos construido el principio de autodestrucción, al que hay que sumar el calentamiento global irreversible. Esto no es una fantasía de Hollywood. Entre aterrados y perplejos, nos preguntamos: ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Cómo vamos a escapar de esta situación global sin salida? ¿Qué colaboración puede aportar cada persona?

En primer lugar, hay que entender cuál es el eje estructurador de la sociedad-mundo, principal responsable de este peligroso itinerario. Es el tipo de economía que hemos inventado, con la cultura que la acompaña, que es de acumulación privada, de consumismo no solidario al precio de saquear la naturaleza. Todo se ha hecho mercancía para el intercambio competitivo. Dentro de esta dinámica sólo el más fuerte gana. Los otros pierden, o se agregan como socios subalternos o desaparecen. El resultado de esta lógica de competición de todos contra todos y de la falta de cooperación es la transferencia fantástica de riqueza para unos pocos fuertes, los grandes consorcios, al precio del empobrecimiento general.

Hay que reconocer que durante siglos, este intercambio competitivo ha conseguido abrigar a todos, mal que bien, bajo su paraguas. Creó mil facilidades para la existencia humana. Pero hoy, las posibilidades de este tipo de economía están agotándose como lo ha puesto en evidencia la crisis económico-financiera de 2008. La gran mayoría de los países y de las personas se encuentran excluidas. Brasil mismo no pasa de ser un socio subalterno de los grandes, para el cual se reserva la función de ser un exportador de materias primas y no un productor de innovaciones tecnológicas que le darían los medios de moldear su propio futuro. Todavía no nos hemos descolonizado totalmente.
O cambiamos o la Tierra corre peligro. ¿Dónde buscar el principio articulador de otra forma de vivir juntos, de un sueño nuevo hacia delante? En momentos de crisis total y estructural debemos consultar la fuente originaria de todo: la naturaleza. Ella nos enseña lo que las ciencias de la Tierra y de la vida hace mucho nos están diciendo: la ley básica del universo no es la competición, que divide y excluye, sino la cooperación, que suma e incluye. Todas las energías, todos los elementos, todos los seres vivos, desde las bacterias a los seres más complejos son interdependientes. Una urdimbre de conexiones los envuelve por todas partes, haciéndolos seres cooperativos y solidarios, contenido mayor del proyecto socialista. Gracias a esta urdimbre hemos llegado hasta aquí y podemos tener futuro por delante.

Aceptado este dato, estamos en condición de formular una salida para nuestras sociedades. Hay que hacer de la cooperación, conscientemente, un proyecto personal y colectivo, cosa que no se vio en Copenhague en la COP-15 sobre el clima. En vez del intercambio competitivo donde sólo uno gana y los demás pierden, debemos fortalecer el intercambio complementario y cooperativo, el gran ideal del «bien vivir» (sumak kawsay) de los andinos, mediante el cual todos ganan porque todos participan. Hay que asumir lo que la mente brillante del Nóbel de matemáticas John Nesh formuló: el principio gana-gana, por el cual todos, dialogando y cediendo, salen beneficiados sin que haya perdedores.

Para convivir humanamente inventamos la economía, la política, la cultura, la ética y la religión. Pero hemos desnaturalizado estas realidades «sagradas» envenenándolas con la competición y el individualismo, desgarrando así el tejido social.

La nueva centralidad social y la nueva racionalidad necesaria y salvadora están fundadas en la cooperación, en el pathos, en el sentimiento profundo de pertenencia, de familiaridad, de hospitalidad y de hermandad con todos los seres. Si no realizamos esta conversión, preparémonos para lo peor.